Durante la Segunda Guerra Mundial los países del meridiano de Greenwich adaptaron sus horarios al huso centro alemán. Tras la contienda todos volvieron a retrasar sus relojes una hora, salvo España. Esta excepción unida a nuestra idiosincrasia nos hace menos productivos que nuestros colegas europeos.
Ayer se produjo en el Congreso de los Diputados la aprobación del informe de medidas elaborado por la subcomisión para el estudio de la racionalización de los horarios, la conciliación de la vida personal, familiar y laboral y la corresponsabilidad. La iniciativa puesta en marcha a instancia de PP, PSOE y CiU, está integrada por tres representantes de cada uno de los grupos parlamentarios, y piden al Gobierno un estudio socioeconómico para conocer en detalle cuál sería la incidencia económica global de un posible cambio de huso horario en España, recuperando la antigua vinculación al huso horario de Greenwich (una hora menos). No es lo único, parejo a este cambio hablan de la necesidad de una racionalización de los horarios laborales, para favorecer la conciliación de la vida familiar y laboral.
La subcomisión considera que "se trata de una tarea compleja, puesto que implica una transformación de nuestros usos y costumbres diarios, pero es innegable que los resultados nos harían converger con Europa en muchos aspectos en los que hoy estamos sumamente alejados, y muy particularmente en productividad, en competitividad, en conciliación y corresponsabilidad", reza el texto elaborado durante cerca de nueve meses por este grupo de trabajo del Congreso.
Por otro lado, de entre las conclusiones del informe se desprende la necesidad de modificar los actuales permisos de paternidad y maternidad, con el objetivo de favorecer la conciliación de la vida familiar y laboral e ir encaminado hacia unos permisos parentales iguales e intransferibles.
"Existe un consenso prácticamente unánime sobre la necesidad de modificar los actuales permisos de maternidad y paternidad, haciendo efectivo en cuanto la situación económica lo permita, la ampliación del permiso de paternidad a las cuatro semanas previstas en la Ley de Igualdad", señala el borrador.
En su opinión, dicha normativa también debería incluir medidas en el ámbito laboral y de la negociación colectiva, incluyendo aquellas de responsabilidad social corporativa, con el objetivo de asegurarse la participación empresarial, en un camino en el que algunas empresas ya transitan.
El grupo de trabajo se ha reunido todos los martes durante un periodo cercano a los seis meses, para posteriormente emitir este informe que fue ayer aprobado. Después será remitido al Pleno de la Cámara para su debate y aprobación, con el fin de mejorar las políticas dirigidas a favorecer la conciliación, la corresponsabilidad y racionalización de los horarios. Si esto es así en un mes aproximadamente se podría estar votando la vuelta al horario de Greenwich.
Un país trasnochador y con mucho estrés
El cambio de horario no es sólo una cuestión histórica, recuperar el horario en el que vivimos antes de la segunda contienda mundial. Se trata de un gesto que traería parejo importantes cambios productivos. En España la jornada laboral comienza de media a las 9.00, una hora más tarde que en otros países europeos. Dedicamos a comer dos horas, por lo general de 14.00 a 16.00 cuando nuestros colegas lo han hecho a las 13.00 y usando no más de tres cuartos de hora.
Este retraso se va comiendo el día, haciendo que cuando nuestros vecinos abandonan su trabajo hacia las 18.00 de la tarde a nosotros nos quedan todavía dos horas por delante. Por supuesto también cenamos más tarde, y cuando los ingleses están metiéndose en la cama a eso de las 22.30 los españoles disfrutan de su "prime time" en la televisión, que se produce a las 22.28 minutos de media.
Según Nuria Chinchilla, del Centro Internacional de Trabajo y Familia del IESE Business School, los españoles vivimos constantemente en un "jet lag" forzando nuestro ritmo circadiano (ciclo biológico natural). Nuestro cuerpo necesitaría comer a las 13.00 y estar durmiendo mucho antes. La jornada laboral se eterniza, descasamos menos y peor. El horario peninsular aumenta el estrés, el absentismo laboral y los accidentes.
Ayer se produjo en el Congreso de los Diputados la aprobación del informe de medidas elaborado por la subcomisión para el estudio de la racionalización de los horarios, la conciliación de la vida personal, familiar y laboral y la corresponsabilidad. La iniciativa puesta en marcha a instancia de PP, PSOE y CiU, está integrada por tres representantes de cada uno de los grupos parlamentarios, y piden al Gobierno un estudio socioeconómico para conocer en detalle cuál sería la incidencia económica global de un posible cambio de huso horario en España, recuperando la antigua vinculación al huso horario de Greenwich (una hora menos). No es lo único, parejo a este cambio hablan de la necesidad de una racionalización de los horarios laborales, para favorecer la conciliación de la vida familiar y laboral.
La subcomisión considera que "se trata de una tarea compleja, puesto que implica una transformación de nuestros usos y costumbres diarios, pero es innegable que los resultados nos harían converger con Europa en muchos aspectos en los que hoy estamos sumamente alejados, y muy particularmente en productividad, en competitividad, en conciliación y corresponsabilidad", reza el texto elaborado durante cerca de nueve meses por este grupo de trabajo del Congreso.
Por otro lado, de entre las conclusiones del informe se desprende la necesidad de modificar los actuales permisos de paternidad y maternidad, con el objetivo de favorecer la conciliación de la vida familiar y laboral e ir encaminado hacia unos permisos parentales iguales e intransferibles.
"Existe un consenso prácticamente unánime sobre la necesidad de modificar los actuales permisos de maternidad y paternidad, haciendo efectivo en cuanto la situación económica lo permita, la ampliación del permiso de paternidad a las cuatro semanas previstas en la Ley de Igualdad", señala el borrador.
En su opinión, dicha normativa también debería incluir medidas en el ámbito laboral y de la negociación colectiva, incluyendo aquellas de responsabilidad social corporativa, con el objetivo de asegurarse la participación empresarial, en un camino en el que algunas empresas ya transitan.
El grupo de trabajo se ha reunido todos los martes durante un periodo cercano a los seis meses, para posteriormente emitir este informe que fue ayer aprobado. Después será remitido al Pleno de la Cámara para su debate y aprobación, con el fin de mejorar las políticas dirigidas a favorecer la conciliación, la corresponsabilidad y racionalización de los horarios. Si esto es así en un mes aproximadamente se podría estar votando la vuelta al horario de Greenwich.
Un país trasnochador y con mucho estrés
El cambio de horario no es sólo una cuestión histórica, recuperar el horario en el que vivimos antes de la segunda contienda mundial. Se trata de un gesto que traería parejo importantes cambios productivos. En España la jornada laboral comienza de media a las 9.00, una hora más tarde que en otros países europeos. Dedicamos a comer dos horas, por lo general de 14.00 a 16.00 cuando nuestros colegas lo han hecho a las 13.00 y usando no más de tres cuartos de hora.
Este retraso se va comiendo el día, haciendo que cuando nuestros vecinos abandonan su trabajo hacia las 18.00 de la tarde a nosotros nos quedan todavía dos horas por delante. Por supuesto también cenamos más tarde, y cuando los ingleses están metiéndose en la cama a eso de las 22.30 los españoles disfrutan de su "prime time" en la televisión, que se produce a las 22.28 minutos de media.
Según Nuria Chinchilla, del Centro Internacional de Trabajo y Familia del IESE Business School, los españoles vivimos constantemente en un "jet lag" forzando nuestro ritmo circadiano (ciclo biológico natural). Nuestro cuerpo necesitaría comer a las 13.00 y estar durmiendo mucho antes. La jornada laboral se eterniza, descasamos menos y peor. El horario peninsular aumenta el estrés, el absentismo laboral y los accidentes.