La tradición marroquí de vendar a los recién nacidos como si fueran momias comienza a desaparecer.Las madres comienzan a ser conscientes del efecto nocivo de este uso para el sistema nervioso o la circulación de la sangre.Muchas mujeres inmovilizaban a sus bebés con la idea de que estos creciesen sin las piernas arqueadas y con una figura esbelta.El drama de las madres solteras en Marruecos:"Siempre seré la vergüenza del barrio".
La tradición marroquí de vendar a los recién nacidos como si fueran momias para ayudarles a dormir desaparece en Marruecos a medida que la mujer se moderniza, se aleja de los ritos familiares y es consciente del efecto nocivo de este uso para el sistema nervioso o la circulación de la sangre.
Denominado popularmente 'Tegmat', el vendaje, que se aplica a los bebés durante los primeros meses de vida, generalmente a la hora de dormir, y que les deja completamente inmovilizados, es para las marroquíes tradicionales un ritual obligatorio y que, según pensaban antaño muchas mujeres, ayudaba a que los niños creciesen sin las piernas arqueadas y con una figura esbelta.
La cabeza libre, los brazos cruzados (el derecho sobre el izquierdo en posición de rezo) y las piernas estiradas, el niño es cubierto con una tela cuadrada sujeta con una venda antiguamente elaborada por las abuelas o en sastrerías especializadas.
Durante los nueve meses de embarazo, el bebé está dentro del útero rodeado de líquido amniótico y al ser "momificado" revive la sensación intrauterina y concilia el sueño, según defienden los partidarios de esta práctica, popular durante décadas en Marruecos.
Efectos nocivos en la salud
Sin embargo, el "vendaje-momia" siempre ha tenido también sus detractores, especialmente en las ciudades.
"Si no se coloca el vendaje correctamente y se aprieta demasiado se impide una correcta circulación de la sangre", comenta María Asunción Aguirre, una pediatra española afincada en este país, y quien señala que otro de los inconvenientes es que "el sistema nervioso no trabaja porque no está estimulado".
"Llevo casi 46 años ejerciendo en Marruecos y todos los días tengo polémicas con las abuelas sobre este tema. Ahora con Internet y los teléfonos el acceso a la información es mayor y la mujer toma más conciencia" de que es perjudicial, dice Aguirre.
Utilizado también para proteger al niño del frío, evitar los arañazos en su propia cara o para transportarlo fácilmente mientras las madres trabajan en el campo o en casa, muchas son las que opinan que el vendaje es un excelente remedio contra los cólicos gracias al calor y la presión que la tela ejerce sobre el vientre. Empleado en los años 50 de forma sistemática, en la década de los 60 y 70 en las zonas urbanas las mujeres comienzan a distanciarse de este uso al considerarlo innecesario, y ante las constantes advertencias por parte de los especialistas de su efecto negativo.
Mientras en las ciudades el 'Tegmat' desaparece, en el mundo rural todavía goza de multitud de adeptas, y son sobre todo las 'Kablas', comadronas que transmiten el oficio de madre a hija, sin formación especializada pero con una gran reputación en las zonas rurales, las que lo impulsan.
Touria Harrizi, una matrona con más de 20 años de experiencia, afirma que la pérdida de popularidad de está practica (también dañina porque puede producir luxaciones de caderas al mantener al bebé en posición horizontal) va ligada a la educación, y no por casualidad aún se utiliza principalmente en el campo, donde un 64 % de las mujeres son analfabetas.
El 'Tegmat', explica, es sobre todo pernicioso a nivel psicológico porque limita las expresiones, los sentidos, y los reflejos involuntarios del niño", y el problema que existe en Marruecos es que "aunque son muchas las mujeres que no están de acuerdo, les resulta muy difícil imponerse a la voluntad de sus familias".
La tradición marroquí de vendar a los recién nacidos como si fueran momias para ayudarles a dormir desaparece en Marruecos a medida que la mujer se moderniza, se aleja de los ritos familiares y es consciente del efecto nocivo de este uso para el sistema nervioso o la circulación de la sangre.
Denominado popularmente 'Tegmat', el vendaje, que se aplica a los bebés durante los primeros meses de vida, generalmente a la hora de dormir, y que les deja completamente inmovilizados, es para las marroquíes tradicionales un ritual obligatorio y que, según pensaban antaño muchas mujeres, ayudaba a que los niños creciesen sin las piernas arqueadas y con una figura esbelta.
La cabeza libre, los brazos cruzados (el derecho sobre el izquierdo en posición de rezo) y las piernas estiradas, el niño es cubierto con una tela cuadrada sujeta con una venda antiguamente elaborada por las abuelas o en sastrerías especializadas.
Durante los nueve meses de embarazo, el bebé está dentro del útero rodeado de líquido amniótico y al ser "momificado" revive la sensación intrauterina y concilia el sueño, según defienden los partidarios de esta práctica, popular durante décadas en Marruecos.
Efectos nocivos en la salud
Sin embargo, el "vendaje-momia" siempre ha tenido también sus detractores, especialmente en las ciudades.
"Si no se coloca el vendaje correctamente y se aprieta demasiado se impide una correcta circulación de la sangre", comenta María Asunción Aguirre, una pediatra española afincada en este país, y quien señala que otro de los inconvenientes es que "el sistema nervioso no trabaja porque no está estimulado".
"Llevo casi 46 años ejerciendo en Marruecos y todos los días tengo polémicas con las abuelas sobre este tema. Ahora con Internet y los teléfonos el acceso a la información es mayor y la mujer toma más conciencia" de que es perjudicial, dice Aguirre.
Utilizado también para proteger al niño del frío, evitar los arañazos en su propia cara o para transportarlo fácilmente mientras las madres trabajan en el campo o en casa, muchas son las que opinan que el vendaje es un excelente remedio contra los cólicos gracias al calor y la presión que la tela ejerce sobre el vientre. Empleado en los años 50 de forma sistemática, en la década de los 60 y 70 en las zonas urbanas las mujeres comienzan a distanciarse de este uso al considerarlo innecesario, y ante las constantes advertencias por parte de los especialistas de su efecto negativo.
Mientras en las ciudades el 'Tegmat' desaparece, en el mundo rural todavía goza de multitud de adeptas, y son sobre todo las 'Kablas', comadronas que transmiten el oficio de madre a hija, sin formación especializada pero con una gran reputación en las zonas rurales, las que lo impulsan.
Touria Harrizi, una matrona con más de 20 años de experiencia, afirma que la pérdida de popularidad de está practica (también dañina porque puede producir luxaciones de caderas al mantener al bebé en posición horizontal) va ligada a la educación, y no por casualidad aún se utiliza principalmente en el campo, donde un 64 % de las mujeres son analfabetas.
El 'Tegmat', explica, es sobre todo pernicioso a nivel psicológico porque limita las expresiones, los sentidos, y los reflejos involuntarios del niño", y el problema que existe en Marruecos es que "aunque son muchas las mujeres que no están de acuerdo, les resulta muy difícil imponerse a la voluntad de sus familias".