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Hablar de coches malos de solemnidad nos lleva a varios escenarios posibles. Uno es el de los coches que nos parecieron malos porque se nos antojaron más feos que pegarle a un padre con un calcetín sudao. Otros se nos colaron por malos porque nos contaron que su calidad era algo más que cuestionable, aunque ya sabemos que los estudios de fiabilidad conviene cogerlos con pinzas.
Pero cuando exhibimos tales muestras de crueldad, en realidad damos rienda suelta a nuestra vena más sádica para mofarnos de unos trabajos que, después de todo, quizá resultara que no eran tan terribles como algunos nos hicieron creer. En definitiva, ¿por qué les cogimos tanta, pero que tanta manía a aquellos coches? Quizá merezcan un repaso, al menos en un día tan propicio a los terrores como es hoy. O quizá no lo merezcan en absoluto, pero igualmente se lo vamos a dar. Total...
Lada Niva
Empezamos por un modelo que fue controvertido hasta la médula, pero que con el tiempo ha ido cosechando los mejores comentarios relativos a su durabilidad. Sí, hubo un tiempo en el que confesar que tenías o habías tenido un Lada Niva servía para que la gente se apartase poco a poco de tu lado mientras te decían que no pasaba nada, que en el mundo tenía que haber de todo. Hoy, el Niva es uno de esos todoterrenos de raza porque aguanta todas las trastadas que le quieras hacer. Es ruso. Te destrozarás la espalda sacando la rueda de repuesto, te partirás las manos buscando por dónde hace masa la batería, regarás la hierba con líquido lavaparabrisas, pero tirar... tira.
Dacia Logan
Otro que tal baila. El Dacia Logan era en sus inicios un "qué coche más feo te has comprao", "un timo", "una mierda en seguridad", "un coche anticuado en cuanto lo sacas del concesionario"... y otros grandes éxitos. Con el tiempo, se ha demostrado que la apuesta de Dacia no fue una locura sino una audacia, que aquellos coches baratos eran funcionales y que la tomadura de pelo se ha revelado un ejercicio de aprovechamiento de los recursos disponibles en cada momento. Y mucho cuidado con los prejuicios, porque el ahorro del que hacía gala el Dacia Logan no es una moda pasajera, sino que perdurará cuando todo esto haya pasado. Si es que todo esto acaba de pasar algún día.
Nissan Cube
Bienvenidos al mundo de los monovolúmenes en los que el espacio interior se maximiza hasta hacer del diseño de las cajas de zapatos todo un referente aerodinámico de aristas redondeadas y pinta de nevera por el exterior. Pero si la belleza se encuentra en el interior, y más en el caso de un vehículo de este segmento, lo cierto es que con su enorme habitabilidad, con unas plazas cómodas, anchas, largas y altas, el Nissan Cube conquistó el corazón de todo aquel que se lo compró. Claro, que eso no es decir gran cosa. Pero cuando hablamos de cualidades, ¿a quién le interesan las cantidades?
Fiat Multipla
Y vamos ahora a caer de la sartén a las brasas, con el que sin duda fue el modelo más injustamente vilipendiado de todo el cambio de siglo. Al Fiat Multipla se le ha tachado de feo y de horroroso sin tener en cuenta ni por instante la sensibilidad de sus creadores, que demostraron que Italia es un país donde prima el gusto por el diseño. Claro, que también tienen Chianti, Lambrusco y Grappa para amenizar las reuniones de creatividad. Sea como fuere, el Multipla no es que fuera feo, sino que se adelantó a los tiempos del Nissan Juke y compañía. Sufrió el castigo de los adelantados a su tiempo, pero demostró que eso de deconstruir los faros principales en ópticas separadas tenía su puntito.
Peugeot 307 1.4 - 1.6 HDi (2001-2005)
Redoble de tambores ahora para uno de esos modelos ajusticiados por el clamor popular. Sí. "El Peugeot 307 es un cúmulo de averías", decían. "Los de Peugeot la han cagado", decían. "Ni de coña me compro yo un 307", decían. Bien, pues el Peugeot 307 HDi (2001) aparecía como uno de los coches más fiables de España en el registro de coches fiables que publicó la OCU el año pasado, sólo adelantado en materia de compactos por el Toyota Corolla 1.4 y por el Volkswagen Golf Plus 1.9 TDI. De todas formas, y para no faltar al respecto al millar largo de afectados por los fallos del 307, hay que decir que a quien le toca el melón malo lo pasa realmente mal. Pero eso no significa que todos los melones del melonar salgan igual de malos que los que salieron realmente horrorosos.
Mercedes-Benz Clase A (2004)
El primer Mercedes Clase A es un ejemplo aún más claro de cómo un coche que no era tan malo salió apedreado de forma si no injusta sí exagerada tras juntarse el hambre con las ganas de comer. En Stuttgart, después de mil años de hacer los mismos coches, a algún iluminado se le ocurrió innovar con un coche sin morro que, sin embargo, fuera extremadamente seguro. "¡Oh!", exclamaron, en alemán, sus compañeros. Pero tuvieron tan mala fortuna que uno de estos monovolúmenes fue a caer en manos de los siniestros periodistas de Teknikesn Värld, que están obsesionados con que se les cruce un alce en mitad de la carretera. Al tumbar el coche, tumbaron el orgullo alemán de sus creadores, que se pusieron manos a la obra para remediar el fallo de estabilidad y compensar a los dueños de aquellos coches que nunca más debían fallar. Claro, que si el vuelco de algo que no fue diseñado para volcar ya les rompió los esquemas, lo peor vino cuando, habiendo salido al paso del problema, la opinión pública siguió considerando que aquel coche era una bomba de relojería.
Y seguro que este esbozo de lista está más que incompleto, pero eso tiene fácil remedio... Al final, de lo que se trata es de hablar de esos coches que daban miedo por su maldad innata, aunque después de todo resultó que no había para tanto.