Coincidiendo con la presentación del nuevo Maserati Quattroporte 2013, que ya va camino de su sexta generación y de su cincuenta aniversario, no quería desaprovechar la ocasión de recordar algunas de las curiosidades de una de las franquicias más importantes y representativas de Maserati. ¿Sabías que en los años 70 existió (o no) un Quattroporte II que en esencia era un Citroën? ¿Sabías que de los poquísimos que se fabricaron (se pueden contar con los dedos de una mano) uno fue a parar al Rey Juan Carlos I de España?
Corrían los años 70 y por aquel entonces Karim Aga Kham, un hombre de negocios y líder espiritual musulmán, realizó de nuevo un encargo muy especial a Maserati. Se trataba de una berlina de lujo que estaría basada en uno de los deportivos del tridente, el Indy del 68. Aga Khan ya había sido uno de los impulsores del primer Quattroporte I por otro de sus encargos y en esta ocasión sería Citroën quien vería una oportunidad de oro para amortizar la plataforma del SM, con lo que se esperaba fuera una segunda generación del cuatro puertas italiano por excelencia.
El pedido especial de Aga Kham logró sendos prototipos, firmados por Italdesign Giugiaro, uno para él y otro para nuestro monarca (el mismo que ven en la fotografía más arriba y que a día de hoy reside en un museo en California).
Pero por aquel entonces Citroën era el propietario de Maserati y su gran turismo de lujo por excelencia, el Citroën SM, bien obtendría provecho de una marca italiana con un legado en la competición y el postín tan importante. Tras aquellos prototipos de Aga Kham y Juan Carlos I, las sinergías entre SM y Quattroporte II se materializaron en un chasis común y una plataforma de tracción delantera, las suspensiones hidroneumáticas y un modesto motor de seis cilindros en uve que nada tiene que ver con los V8 que ha montado este modelo a lo largo de su historia.
El resultado fue un modelo bastante pesado, en torno a los 1.700 kilogramos, pero sobre todo poco potente (la iteración más potente sólo llegó a 210 CV) y más lento que su predecesor, pues apenas podía rozar los 200 km/h de velocidad punta.
El que debería haber sido el Maserati Quattroporte II definitivo se encontraría con un nuevo impedimento, la crisis del petróleo de 1973. Con un panorama tan oscuro Citroën no tendría otra salida que abandonar el proyecto, dejando tras de si un total de trece prototipos construidos (seis originales y otros siete reconstruidos a partir de las piezas originales) de los que hoy en día se estima sólo se conservan cinco.