Snaefell, el híbrido artesanal entre moto y coche
En ocasiones nos puede parecer que nuestra capacidad de sorpresa está muy cerca de su límite, que ya lo hemos visto todo y que pocas cosas podrán impactarnos, pero cuando vemos artefactos como éste nos damos cuenta que nada más lejos de la realidad. Inspirándose en una moto con sidecar, el Snaefell representa su propia versión (o algo parecido) de una mezcla de coche y moto. ¿Por qué tener que elegir entre una moto o un coche, si en un único vehículo podríamos tener ambas cosas?
Esa parece ser la pregunta que se debía de hacer Francois Knorreck, un técnico de hospital francés que destinó diez años de su vida y aproximadamente 15.000 euros a hacer realidad la idea que se le pasaba por la cabeza. Nació así el Snaefell, un híbrido entre una moto y un coche, aspirando a tener lo mejor de ambos mundos en un sólo aparato, aunque a la vista de las imágenes me da la impresión que la experiencia a sus mandos posiblemente se quede a medio camino de ninguna parte.
Knorreck empleó más de 10.000 horas de trabajo para dar forma al definitivo Snaefell, y sobre la base de una motocicleta Laverda del año 1976, se le acoplaron numerosas piezas de una Kawasaki 1000RX y una especie de sidecar totalmente customizado construido de forma artesanal, empleando piezas diversas de numerosos vehículos, entre ellos de un Citroën Xantia, un VW Golf GTI o un Audi 80.
El interior del sidecar pretende reflejar el habitáculo de un coche deportivo. Salvo por la claustrofobia que les entraría a sus ocupantes por ir prácticamente encerrados, por lo demás las similitudes no son demasiado evidentes. Dos personas pueden encontrar espacio acomodo dentro del sidecar, además del conductor de la moto. Eso sí, la tapicería de cuero no falta en su interior.
Un ejemplar único creado por Francis Knorreck, del que seguramente podríamos hacer muchos comentarios a la vista de las fotografías, pero nunca se le podría echar en cara la falta de imaginación o la ausencia de tesón y esfuerzo para conseguir llevar a cabo su sueño.
En ocasiones nos puede parecer que nuestra capacidad de sorpresa está muy cerca de su límite, que ya lo hemos visto todo y que pocas cosas podrán impactarnos, pero cuando vemos artefactos como éste nos damos cuenta que nada más lejos de la realidad. Inspirándose en una moto con sidecar, el Snaefell representa su propia versión (o algo parecido) de una mezcla de coche y moto. ¿Por qué tener que elegir entre una moto o un coche, si en un único vehículo podríamos tener ambas cosas?
Esa parece ser la pregunta que se debía de hacer Francois Knorreck, un técnico de hospital francés que destinó diez años de su vida y aproximadamente 15.000 euros a hacer realidad la idea que se le pasaba por la cabeza. Nació así el Snaefell, un híbrido entre una moto y un coche, aspirando a tener lo mejor de ambos mundos en un sólo aparato, aunque a la vista de las imágenes me da la impresión que la experiencia a sus mandos posiblemente se quede a medio camino de ninguna parte.
Knorreck empleó más de 10.000 horas de trabajo para dar forma al definitivo Snaefell, y sobre la base de una motocicleta Laverda del año 1976, se le acoplaron numerosas piezas de una Kawasaki 1000RX y una especie de sidecar totalmente customizado construido de forma artesanal, empleando piezas diversas de numerosos vehículos, entre ellos de un Citroën Xantia, un VW Golf GTI o un Audi 80.
El interior del sidecar pretende reflejar el habitáculo de un coche deportivo. Salvo por la claustrofobia que les entraría a sus ocupantes por ir prácticamente encerrados, por lo demás las similitudes no son demasiado evidentes. Dos personas pueden encontrar espacio acomodo dentro del sidecar, además del conductor de la moto. Eso sí, la tapicería de cuero no falta en su interior.
Un ejemplar único creado por Francis Knorreck, del que seguramente podríamos hacer muchos comentarios a la vista de las fotografías, pero nunca se le podría echar en cara la falta de imaginación o la ausencia de tesón y esfuerzo para conseguir llevar a cabo su sueño.