Publicado por ISLACRIS el noviembre 28, 2011 a las 7:51pm en Culturales
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Me he hecho amigo de un ingles que se llama Harry. Harry lleva dos años viviendo en la costa andaluza y hace todo lo posible por aprender español.
Entra a trapo en casi todas las conversaciones en las que le dejan intervenir y dice que lo lleva bien pero que le cuesta mucho entender a los andaluces, bien porque nos comemos la mitad de las palabra o bien porque utilizamos la palabra 'polla' en multitud de expresiones que él no llega a entender.
Yo me he propuesto ayudarle y darle unas cuantas lecciones. Mira Harry, le dije el otro día, en primer lugar, tienes que saber la procedencia del que utiliza esa palabra malsonante. Tanto la tenemos en la boca , la palabra, me refiero que se ha convertido en nuestra muletilla favorita, introducida ya en nuestro acervo popular. Así que, por ejemplo:
Si oyes en la playa que alguien dice «Se pué saber aónde pollas habéis dejao el 'Marca'?», puedes decir, tate, ese es de La Higuerita.
Sin embargo, si hay uno que emplea la conjunción 'ni' antes de la palabra en cuestión, ese, sin duda, es de Granada. Ejemplo: «¿Os venís al chiringuito ni pollas?».
A veces, Harry, la traducción literal no significa lo que el hablante quiere expresar. Así si alguien te dice «me vas a comer la polla!», no significa que te esté pidiendo relaciones sexuales, sino que lo tienes harto y que lo que acabas de decir no es de su gusto.
Tienes que tener cuidado Harry, que con el verbo 'tocar' dependerá del tiempo en que esté conjugado para tener acepciones diferentes. Así el presente indica molestia o hastío (me toca la polla), el reflexivo significa vagancia (se tocaba la polla), pero el imperativo significa que lo que acabas de decir es una tontería (¡tócate la polla!).
Lo mismo sirve en una apuesta («Si no gana el Madrí esta noche me corto la polla»), que en una amenaza a alguien («Como no me pagues lo que me debes te corto la polla»). Claro que eso no significa que eso se vaya a llevar a cabo porque si no todos los andaluces estaríamos ahora mismo sin nuestro órgano más preciado.
Asimismo, cuando va precedida de una entonación de desidia o dejadez, significa que lo que se ha oído es algo que no merece explicación (¡Cuidao con la polla..!). Por otro lado, Harry, depende del artículo con el que va precedida puede igualmente significar una cosa u otra. Si por ejemplo dices «¡Y una polla!», significa que rotundamente no estás de acuerdo con algo. Pero si dices «¡Y la polla.!», es que vas a hacer algo a regañadientes. Cuando lo estás haciendo y estás ya harto, es fácil que digas: «Estoy hasta la polla».
Cuando alguien se quiere negar con rotundidad a hacer algo es frecuente que exclame: «No me sale de la polla».
También tiene connotaciones de desprecio: «Me importa una polla» ó «me suda la polla», según sea verano o invierno.
Entre admiraciones tiene un significado valorativo, bien porque te ha gustado mucho una cosa (¡es la polla!) o bien porque no te ha gustado al haber un desbarajuste tremendo(¡esto es la polla!).
Si la palabra va condimentada con ácido acético, significa que algo carece de valor, no tiene importancia o tú no se la quieres
reconocer: «Esto son pollas en vinagre».
Y si alguien que se está comiendo coge una sardina y dice «esta 'pa' mi polla», no quiere decir que se la vaya a echar a su pene, sino que se la va a comer él.
Y cuando hay uno que se cree muy listo o superior en cualquier competición o deporte, suele decir con cierta ufanía: «¡Soy la polla!».
Si oyes, Harry, que alguien dice de otro que «tiene una polla que se la pisa», no significa que tenga el miembro viril muy largo, sino que esa persona es muy lenta, muy vaga o tiene mucha pachorra.
Igualmente si va por delante con el sufijo 'a' puede tener una acepción distinta. Así se dice 'apollardao' cuando se piensa que una persona está en la inopia o no se entera de nada.
Por otra parte, Harry, 'polla' es una palabra que en plural y dicha reiteradamente en una única frase se puede sustituir por cualquier otra en un contexto sin que se altere el resultado final del discurso que se quiere dar.
(Aquí le conté a Harry la anécdota de un antiguo alcalde de Motril que cuando se enteró de que su equipo de gobierno estaba conspirando contra él en un asunto importante, los llamó a todos y les dijo: «Mirad, me he enterado que estáis de pollas, dejaros de pollas vayamos a pollas». No tuvo que decir más, todo el mundo entendió de lo que estaba hablando y el mensaje final.
También le dije a Harry que es frecuente esa reiteración de la palabra para reafirmar un malestar. Y le conté lo de ese andaluz que cuando le pararon en la aduana para registrarle, por si llevaba droga, muy cabreado dijo: ¡Qué pollas, de pollas ni pollas!)
Mi amigo Harry espera con estas lecciones mías y una buena dosis de paciencia ir enterándose poco a poco de todos los significados de nuestra palabra y muletilla preferida.
Es muy fácil, ya lo verás. Esto lo aprendes tú con la polla floja le dije.
Si Harry es capaz de aprenderse todo esto no tendré mas remedio que decirle: ¡¡Ole tu polla!!