En primer lugar, su diseño. Líneas puramente americanas, un estilo opulento de preguerra. Imponente, pero muy elegante. En su día, fue el coche de las estrellas de Hollywood y de los grandes magnates, hasta el punto de ser considerado un Duesenberg en miniatura. Todo nació de la mente de E.L.Cord, fundador de Cord Corporation, un negocio millonario altamente diversificado que incluía Auburn Automobile Company, la fabricante de estos vehículos.
La filosofía de Cord era producir vehículos muy innovadores, con derroches de diseño y estilo, además logrando un buen beneficio en sus ventas. Los faros eran escamoteables, de la marca Stinson, adaptados del tren de aterrizaje de un avión. Tenía limpiaparabrisas eléctricos de velocidad variable y radio. Sobra decir que eran vehículos de gama muy alta, con precios prohibitivos para el americano medio. El Cord 810 fue presentado en el Salón de Nueva York de 1935, donde la avalancha de pedidos asombró al propio fabricantes.
Poco más de 1.000 unidades fueron producidas y vendidas entre 1936 y 1937, antes de que la marca Cord desapareciese. El motor que movía a este espectacular cabrio era un Lycoming V8 de 4.7 litros de cilindrada, cuya potencia era de 125 CV. Este motor estaba asociado a una caja de cambios semi-automática de cuatro relaciones, que tenía bastantes problemas de fiabilidad: las marchas se “salían” sin motivo aparente. El motor tenía problemas de encendido que también afectaron a la fiabilidad.
Los problemas fueron solucionados, pero ya era demasiado tarde. La reputación de Cord estaba manchada, y el lanzamiento del Cord 812 – con caja de cambios mejorado y el mismo propulsor, sobrealimentado a los 170 CV - no consiguió remediar la situación financiera de la compañía. El magnate E.L.Cord decidió cerrar la marca Cord y enfocarse en otros negocios. No obstante, los Cord 810 y 812 son hoy piezas de culto al diseño y a la forma sobre la función. ¿Alguien me deja unos euros para comprarlo?