Puede que consideremos un coche “maldito” al Little Bastard (un Porsche 550 Spyder) que acabó con la vida de James Dean, pero el Austin-Healey 100S que ocupa vuestras pantallas tiene sobre sus espaldas 84 víctimas mortales, y el dudoso honor de haber sido uno de los causantes del peor accidente de la historia del automovilismo. Hagamos un poco de historia. Estamos en el año 1955, en las 24 Horas de Le Mans, que era y sigue siendo uno de los eventos estrella del automovilismo a nivel mundial.
Con sólo dos horas de carrera, el piloto Mike Hawthorn efectuó una brusca maniobra para entrar en boxes a repostar, provocando un brusco movimiento de esquiva por parte de Lance Macklin, que era el piloto que en aquél momento estaba al volante del Austin-Healey. Incluso hoy día sigue sin saberse del todo de quién fue la culpa, de Hawthorn o de Macklin, pero lo que ocurrió fue que el Austin se cruzó en la trayectoria del Mercedes 300 SLR de Pierre Lavegh, que en aquellos momentos rodaba a 250 km/h.
La zaga aerodinámica del Austin-Healey provocó que el Mercedes volase e impactase contra un terraplén que protegía a los espectadores. La fuerza del impacto provocó el incendio inmediato del Mercedes, cuya carrocería de magnesio literalmente explotó en miles de pedazos de metralla incandescente. El capó del 300 SLR salió volando, decapitando en el acto a decenas de espectadores. El motor y el eje delantero también fueron a parar a un grupo de espectadores. Lavegh murió en el acto.
El horrible accidente – el peor de la historia – provocó la muerte de 84 personas y dejó heridas a más de 120 personas. El incidente provocó que Mercedes se retirase oficialmente de la competición durante más de 30 años y Suiza prohibiese al completo las carreras en todo el territorio nacional, prohibición que sigue en vigor. El Austin-Healey montaba un motor de 140 CV con carburador de doble cuerpo que lo hacía rápido, pero estaba muy lejos de los 300 CV del brutal Mercedes 300 SLR.
La unidad en concreto era parte de los cuatro prototipos producidos para la carrera. Su matrículo NOJ 393 es la original. El coche fue encontrado en un granero, en un estado sin restaurar bastante precario, pero perfectamente recuperable. Tras 18 meses de decomisión por investigación por parte de las autoridades francesas, la Donald Healey Motor Company lo reparó y restauró, para venderlo a un particular que siguió compitiendo con él durante los años 50 y 60, a un nivel de aficionado.
El siguiente cambio de manos ocurrió en 1969, y desde entonces el coche ha permanecido parado en algún lugar remoto. Bonhams lo subastaba ayer mismo, obteniendo nada menos que 1,3 millones de dólares. Es de esperar que el coche sea restaurado y vuelva a rodar.