Deportivos de lujo y utilitarios desvencijados, camiones herrumbrosos, autobuses atestados, motos con hasta tres o cuatro pasajeros, bicicletas por doquier, triciclos y motocarros cargados de fardos… En uno y otro sentido, sin orden ni concierto, todo tipo de vehículos circulan por las grandes ciudades de China. Debido a su masificación, sus calles son una jungla de asfalto donde impera la ley del más fuerte: el camión tiene preferencia sobre el autobús; el autobús sobre el coche; el coche sobre la moto; la moto sobre la bici y la bici sobre el peatón, eslabón último de esta cadena. Partiendo desde una posición tan poco ventajosa, ¿cómo cruzar la calle en China? Aunque el peligro viene desde todas las direcciones, el secreto radica, curiosamente, en no mirar.
Parece una locura, pero tiene sentido, al menos desde la lógica china, que funciona así: si el peatón mira al cruzar la calle y el conductor de un vehículo se da cuenta, éste ya sabe que lo ha visto aproximarse. Consciente de ello, y de su jerarquía en la ley de la jungla china, el conductor del vehículo seguirá su camino sin dudar porque el peatón, que lo ha visto acercarse, se detendrá o se apartará para no ser atropellado. Pero si el peatón cruza la calle sin mirar y el conductor se da cuenta de que no lo ha visto, entonces no le quedará más remedio que aminorar la marcha para no arrollarlo. A pesar de los riesgos, el método funciona y rige los hábitos urbanos de los chinos, que a veces se ven obligados a lanzarse en masa sobre los pasos de cebra para así poder detener el tráfico y atravesarlos.
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