El Instituto de Investigación del Transporte de la Universidad de Michigan ha iniciado una serie de pruebas con vehículos inteligentes, que podrían reducir los accidentes en carretera.
La automoción del futuro está un paso más cerca gracias al Gobierno de Estados Unidos y a la industria automotriz de aquél país, que han iniciado en Michigan una serie de pruebas de un año de duración con casi 3.000 vehículos (automóviles, camiones, autobuses) la mayoría de propiedad privada y equipados con tecnología inteligente, bajo la atenta supervisión del Instituto de Investigación del Transporte de la Universidad de Michigan y la participación de Ford, General Motors, Honda, Hyundai-Kia, Mercedes Benz, Nissan, Toyota y Volkswagen.
Esta nueva tecnología, a través de WiFi, permite que los vehículos y todos los elementos que participan en la conducción puedan establecer parámetros de comunicación, mejorando la circulación y reduciendo el número de accidentes. En palabras de Strickland, uno de los responsables del proyecto, de resultar exitoso, “podría reducir significativamente las lesiones y muertes en los choques y algún día permitirán que los conductores eviten todas las colisiones”.
Para que tengáis una idea aproximada de lo que los investigadores pretenden, los sistemas que van a ser testados, por ejemplo, indican a los conductores de los vehículos que uno de ellos está a punto de pasar, o que un coche ha penetrado en una zona de nula visibilidad para el conductor. Con anterioridad, Strickland, a través de su agencia NHTSA, ya había llevado a cabo programas parecidos con los llamados vehículos inteligentes. Fue entre agosto de 2011 y enero de 2012 y sus conclusiones serán el punto de partida para las nuevas pruebas que están por comenzar.
A pesar de las constantes mejores en materia de seguridad vial, cada año, solo en Estados Unidos, 30.000 personas fallecen en accidentes de tráfico, con un coste para las arcas públicas de 270.000 millones de dolares. La siniestralidad en las carreteras de Estados Unidos es la principal causa de muerte en el espectro que va entre los 5 a los 34 años de edad.
Fuente: Universidad de Michigan