Esta es la increíble historia de un mecánico que debió abandonar su taller para dedicarse a salvar a su hija Aitana, con una grave enfermedad.
Se llama Aitana y tiene once años. Es hija de un mecánico de coches de Tarazona (Zaragoza). Y necesita algo más de 400 mil euros para tener un horizonte de futuro. Es lo que vale intentar recuperar su sonrisa en las tres intervenciones quirúrgicas que han comenzado a hacerle en Estados Unidos porque la sanidad española no dispone de los medios necesarios.
Su padre, Luis Miguel García García, es un profesional de la posventa, padre coraje, que vendió su taller hace dos años para liderar la campaña de recogida de tapones de plástico que está sufragando el coste de las operaciones de la pequeña Aitana y que ya se ha transformado en una asociación, “Una sonrisa para Aitana”, de cardiopatías y enfermedades de difícil solución. La organización ha comenzado a recoger tapones para otro niño. Se estima que nada menos que 5 millones de personas se han sumado a la campaña.
La pequeña Aitana está a punto de recorrer las dos terceras partes del programa quirúrgico que conduce a su total recuperación. Los periódicos, radios y televisiones recogían recientemente el momento solemne en que una empresa recicladora de plástico hacía entrega de un cheque por valor de 135.000 euros a su familia. Es el importe correspondiente a las 450 toneladas de plástico, casi dos millones de tapones en total, recogidos en toda España durante los últimos seis meses por ciudadanos anónimos que han mostrado su solidaridad con Aitana. Con ese dinero, la pequeña podrá ser intervenida por segunda vez en un hospital de Boston de la cardiopatía congénita compleja que padece.
Aitana y su papá
Según estimaciones de la Fundación SEUR, compañía que se encarga desinteresadamente de la logística de los tapones, son más de 800 los colegios de toda España que se han volcado con la campaña “Una sonrisa para Aitana” y estima en más de cinco millones las personas que de una forma u otra han contribuido con sus tapones. No en vano, los carteles de la campaña, que comenzó a mediados de 2011, se pueden encontrar, a poco que uno observe a su alrededor, en escuelas, centros de mayores, polideportivos, empresas y establecimientos del comercio minorista como talleres de reparación de coches.
De hecho, no son pocos los empresarios de la reparación que han acudido en ayuda de uno de los suyos guardando los tapones de plásticos que se producen en los talleres y entregándolos después en grandes bolsas o contenedores a las dependencias de SEUR más próximas. Por cada kilo de plástico que se recoge y entrega, la planta de reciclaje abona a la Asociación 30 céntimos de euros, por lo que para costear tras tres intervenciones se necesitan más de un millón de kilos.
“Mi hija no tiene la vena principal que une el corazón con los pulmones. Sufre una atresia pulmonar sin tronco con colaterales. Nació así. Mantiene el riego con seis venas colaterales, pero es insuficiente”, comenta Luis Miguel García. “Desde bien pequeña, al más mínimo esfuerzo le faltaba oxígeno: al comer, al gatear, al empezar a andar…”. Junto a su esposa, Isabel Doiz, Luis Miguel buscó soluciones a lo largo y ancho del sistema sanitario español. Y finalmente en 2006 la operaron en el hospital Doce de Octubre, en Madrid. “Le colocaron una válvula para ayudarla a regar sus pulmones.
Pero quince meses después sufrió dos desfallecimientos; la válvula estaba taponada y hubo que dar marcha atrás”. Luego de un nuevo peregrinar por hospitales y una incesante búsqueda de caminos en las navidades de 2009 un médico les dijo que no se podía hacer más por la niña. “Fue el peor día de mi vida”, suspira Luis Miguel.
Alguien le habló entonces del doctor Pedro del Nido, cardiólogo del Children´s Hospital de Boston. Le puso un correo electrónico y en un cuarto de hora obtuvo respuesta. La niña podía salvarse con tres operaciones. Cada una saldría por unos 200.000 euros. La familia se puso en marcha. Seguridad social, Casa Real, Gobierno, Comunidad Autónoma… todo fueron negativas. Pronto descubrió que el Estado español no dispone de presupuesto para operaciones fuera de España. Y acudió a la sociedad civil, a la gente.
Luis Miguel se desvinculó de su carrera profesional en la posventa del automóvil, cerró las puertas del taller que regentaba, para dedicarse en cuerpo y alma a recaudar el dinero necesario para intervenir a Aitana. La primera operación se realizó en septiembre de 2010 gracias a lo recaudado con apoyo de artistas como Amaral, Rosa o Camela. “Le fabricaron las venas del pulmón derecho y desde entonces ha engordado más de cinco kilos, ha crecido 25 centímetros y puede caminar más de dos metros sin cansarse como antes”, explica.
Y justo en aquel momento surgió la idea de reciclar tapones de plástico. La campaña comenzó en julio de 2011 y en este primer trimestre de 2012 ya se ha concretado en las ya señaladas 450 toneladas recogidas. Nada menos que 135.000 euros de solidaridad que van a permitir la segunda intervención de Aitana en Boston en los próximos días.
“¿Quieres colaborar?”, pregunta Luis Miguel al periodista. “Sólo tienes que guardar los tapones del agua, del aceite, de lo que sea… y cuando tengas una cantidad importante la acercas a una oficina de SEUR, ellos se encargan del resto”.
Más información: www.unasonrisaparaaitana.org