Las travesías de André Citröen
En los años 20, el fundador de la firma francesa, organizó tres expediciones alrededor del mundo para promocionar la imagen de marca. Fue todo un éxito, convirtiendo a Citröen en una marca fiable y robusta.
Principios de 1920. André Citroën, ingeniero francés y fundador de la firma de automóviles Citröen, se propuso organizar una campaña de publicitaria para relanzar sus vehículos en todo el mundo. Para ello, Citröen planeó que su firma fuera la primera en realizar la llamada travesía del Sahara, un trayecto de 4.000 kilómetros entre Toougart, al sur de Argel, hasta Tombuctu, en Mali, para la que contrató los servicios de George Marie Haardt.
Para poder llevar a cabo el recorrido, Haard utilizó vehículos todoterrenos Citröen Kegresse B2 10hp, perfectamente adaptados. Las ruedas delanteras fueron sustituidas por las “orugas” de los tanques de le época, pero fabricadas en caucho, en lugar de metálicas, mientras que las ruedas delanteras eran meramente directrices.
El vehículo estaba alimentado con un motor de cuatro cilindros en línea de 1628 cc, con válvula laterales y una potencia de 30 CV. Los frenos delanteros eran de tambor y los traseros mecánicos, los cuales detenían el vehículo con suficiencia a pesar de sus 2000 kilos de peso.
La velocidad máxima estaba fijada en los 40 km/h y en primera, con la reductora conectada a 2000 rpm, solo se alcanzaba 1.5 km/h. En apenas 15 días la expedición finalizó el viaje con un rotundo éxito. El 1 de febrero de 1921 iniciaron el camino de vuelta con similares resultados.
El Crucero Amarillo
André Citröen había conseguido su objetivo; la expedición logró colocar a Citröen en la primera plana informativa de la época. Tal fue el éxito, que el magnate de la firma francesa no tardó en organizar una segunda expedición, mucho más ambiciosa.
El 28 de octubre de 1924, los aventureros iniciaron la llamada travesía de África, 20.000 kilómetros de distancia entre Colom-Bechar y Madagascar, a bordo de otro Citröen B2 10 HP. La expedición no consiguió alcanzar la meta. Tras llegar el legendario Forte Lama, se vieron obligados a regresar a casa, vencidos por las condiciones climatológicas extremas y las plagas de enjambres de abejas.
El fracaso no consiguió frustrar la ambición de André Citroën que pronto ordenó un último viaje. El crucero amarillo, o lo que es lo mismo, cubrir los 11.000 kilómetros que separan las ciudades de Beirut y Pekín, incluida la cordillera del Himalaya, a 4.000 metros de altitud.
Los aventureros debían literalmente atravesar la montaña, por lo que la expedición contaba con dinamita para realizar voladuras, además de materiales y utensilios para fabricar puentes. Las condiciones eran tan adversas que, en más de una ocasión, los participantes se vieron obligados a desmontar los vehículos para salvar determinados obstáculos a lomos de burros.
Los 40 hombres que formaban la expedición se dividieron en dos grupos, el Pamir y China. Uno partió de Beirut y otro de Tsin-Tsin, donde llegaron montados en el Transiberiano. El Grupo Pamir estaba integrado por seis autocadenas Citroen P17 y una P14, además de siete remolques. El Grupo China disponía de siete Citroen B6 y a priori tenía marcado el recorrido más sencillo, pero las tensiones diplomáticas que surgieron entre Francia y China dificultaron la travesía.
Finalmente, los miembros del grupo, fueron secuestrados por un grupo rebelde musulmán. La llegada de George Marie Haardt, consiguió liberarlos. Casi un año después de iniciar la expedición, los aventureros llegaron a Pekín. Como si de casualidades del destino se tratara, a los pocos días, Haardt falleció.
Recorriendo el Sáhara
André Citröen había conseguido su objetivo. Para entonces sus coches gozaban de una buena y merecida fama de vehículos fiables y robustos, capaces de hacer frente a cualquier tipo de superficie. Muchas expediciones querían contar con un automóvil Citröen entre su flota, por ejemplo, la llamada travesía blanca, organizada por Amiral Bird a través del continente antártico. Citröen cedió varios de sus automóviles, aunque la expedición nunca tuvo la fama de sus predecesoras.
Vía: CochesMíticos y LaHistoriaConMapas
En los años 20, el fundador de la firma francesa, organizó tres expediciones alrededor del mundo para promocionar la imagen de marca. Fue todo un éxito, convirtiendo a Citröen en una marca fiable y robusta.
Principios de 1920. André Citroën, ingeniero francés y fundador de la firma de automóviles Citröen, se propuso organizar una campaña de publicitaria para relanzar sus vehículos en todo el mundo. Para ello, Citröen planeó que su firma fuera la primera en realizar la llamada travesía del Sahara, un trayecto de 4.000 kilómetros entre Toougart, al sur de Argel, hasta Tombuctu, en Mali, para la que contrató los servicios de George Marie Haardt.
Para poder llevar a cabo el recorrido, Haard utilizó vehículos todoterrenos Citröen Kegresse B2 10hp, perfectamente adaptados. Las ruedas delanteras fueron sustituidas por las “orugas” de los tanques de le época, pero fabricadas en caucho, en lugar de metálicas, mientras que las ruedas delanteras eran meramente directrices.
El vehículo estaba alimentado con un motor de cuatro cilindros en línea de 1628 cc, con válvula laterales y una potencia de 30 CV. Los frenos delanteros eran de tambor y los traseros mecánicos, los cuales detenían el vehículo con suficiencia a pesar de sus 2000 kilos de peso.
La velocidad máxima estaba fijada en los 40 km/h y en primera, con la reductora conectada a 2000 rpm, solo se alcanzaba 1.5 km/h. En apenas 15 días la expedición finalizó el viaje con un rotundo éxito. El 1 de febrero de 1921 iniciaron el camino de vuelta con similares resultados.
El Crucero Amarillo
André Citröen había conseguido su objetivo; la expedición logró colocar a Citröen en la primera plana informativa de la época. Tal fue el éxito, que el magnate de la firma francesa no tardó en organizar una segunda expedición, mucho más ambiciosa.
El 28 de octubre de 1924, los aventureros iniciaron la llamada travesía de África, 20.000 kilómetros de distancia entre Colom-Bechar y Madagascar, a bordo de otro Citröen B2 10 HP. La expedición no consiguió alcanzar la meta. Tras llegar el legendario Forte Lama, se vieron obligados a regresar a casa, vencidos por las condiciones climatológicas extremas y las plagas de enjambres de abejas.
El fracaso no consiguió frustrar la ambición de André Citroën que pronto ordenó un último viaje. El crucero amarillo, o lo que es lo mismo, cubrir los 11.000 kilómetros que separan las ciudades de Beirut y Pekín, incluida la cordillera del Himalaya, a 4.000 metros de altitud.
Los aventureros debían literalmente atravesar la montaña, por lo que la expedición contaba con dinamita para realizar voladuras, además de materiales y utensilios para fabricar puentes. Las condiciones eran tan adversas que, en más de una ocasión, los participantes se vieron obligados a desmontar los vehículos para salvar determinados obstáculos a lomos de burros.
Los 40 hombres que formaban la expedición se dividieron en dos grupos, el Pamir y China. Uno partió de Beirut y otro de Tsin-Tsin, donde llegaron montados en el Transiberiano. El Grupo Pamir estaba integrado por seis autocadenas Citroen P17 y una P14, además de siete remolques. El Grupo China disponía de siete Citroen B6 y a priori tenía marcado el recorrido más sencillo, pero las tensiones diplomáticas que surgieron entre Francia y China dificultaron la travesía.
Finalmente, los miembros del grupo, fueron secuestrados por un grupo rebelde musulmán. La llegada de George Marie Haardt, consiguió liberarlos. Casi un año después de iniciar la expedición, los aventureros llegaron a Pekín. Como si de casualidades del destino se tratara, a los pocos días, Haardt falleció.
Recorriendo el Sáhara
André Citröen había conseguido su objetivo. Para entonces sus coches gozaban de una buena y merecida fama de vehículos fiables y robustos, capaces de hacer frente a cualquier tipo de superficie. Muchas expediciones querían contar con un automóvil Citröen entre su flota, por ejemplo, la llamada travesía blanca, organizada por Amiral Bird a través del continente antártico. Citröen cedió varios de sus automóviles, aunque la expedición nunca tuvo la fama de sus predecesoras.
Vía: CochesMíticos y LaHistoriaConMapas